viernes, 12 de octubre de 2007

Orinoco Indígena


Comunidad de San Vicente del Orinoco, municipio de Autana, 3 de octubre de 2007.


“Patria y fronteras –Bienvenidos- somos los mejores”, dice uno de los controles militares por los que debemos pasar por llegar a orillas del río Orinoco. En total nos han parado unas 10 veces, la excusa era el control del contrabando, en realidad lo que querían era molestarnos (y acabaron consiguiéndolo) porque llevávamos tres barriles de gasolina para los indígenas, que la necesitan sobre todo para circular con las barcas, el único canal de comunicación que tienen es el fluvial.

La Ley Orgánica de los Pueblos y Comunidades Indígenas (LOPCI), aprobada el año 2005, establece la libre circulación de mercancías pero los guardias restringen la circulación de la gasolina, hay un fuerte control; ¿será porque el mayor contrabando de gasolina lo hacen los propios guardias? Esta ley también permite el intercambio de mercancías con las comunidades colombianas –que se separan sólo por el río Orinoco-, pero esto en realidad se permite todavía menos. El contrabando de gasolina se explica por el precio, ya hemos dicho en otras crónicas que en Venezuela es muy barata, en cambio, en Colombia el precio se multiplica.

Llegamos al puerto de Morganito y ya vemos el Orinoco, - ¿de dónde sale tanta agua? - nos preguntamos. El río es impresionante, como mínimo 500 metros de ancho, parece un pantano. Una corriente marrón que arrastra parte del alma de la selva. Al otro lado, el Estado de Colombia, pero en las dos orillas un manto selvático que no entiende de fronteras. Nos hemos montado en un bongo, un tipo de barca alargada y estrecha, de chapa metálica y propulsada a motor. También los había hechos a partir de un tronco de árbol. Hemos navegado durante una hora dirección sur hasta la comunidad de San Vicente del Orinoco, donde se ha hecho la reunión de los líderes Jibi. El sol ha picado fuerte pero el viento que nos daba en la cara, al estar en movimiento, producía una sensación muy agradable. Rosaline nos relata historias del río, el contrabando, los animales salvajes que viven, como baja de nivel 10 metros al final de la estación seca, porque se hacen olas, etc. Mirando a uno y otro lado se ve la pared larga y verde de árboles, el Orinoco omnipresente, y nuestro bongo en medio. ¡Qué pequeños que somos!


La reforma de la Constitución venezolana afecta especialmente porque se añade un precepto que establece la facultad del Presidente de la República a decretar “Regiones Especiales Militaste con fines estratégicos y de defensa, en cualquier parte del territorio y demás espacios geográficos de la República. Igualmente podrá decretar autoridades especiales situaciones de contingencia, desastres naturales…”. Esto afectará especialmente al espacio fronterizo, a los pueblos del Orinoco, sobre los que ya abusan bastante. Esta semana toca que las comunidades aporten su opinión sobre la reforma de la Constitución a la Asamblea Nacional, y muchos de los pueblos indígenas ni siquiera lo saben.

Hemos conocido a líderes de la comunidad de los Jivis también llamados Guajibos, y hemos participado en una de sus reuniones, invitadxs por la gente del equipo técnico de la Oficina de Derechos Humanos del Vicariato apostólico de Puerto Ayacucho. Éramos 35 indígenas y cinco criollos. Algunos de los indígenas han venido como representantes de las otras comunidades Jivi que integran el municipio de Autana, en la rueda de presentaciones algunxs se han presentado como capitanes, chamanes, líderes, promotores, representantes parroquiales o profesores. Ha sido un placer asistir a esta asamblea, en la que también nos hemos presentado, como visitantes, muy agradecidxs a la Oficina por traernos y a ellxs por su hospitalidad.

La lengua no ha sido ningún problema, los indígenas hablan Jivi y así han hablado durante toda la reunión, de tanto en cuanto nos explicaban en castellano el resumen y sus acuerdos.

Tras la rueda de presentaciones, se han puesto sobre la mesa varios temas, que ya se habían tratado con otras comunidades, como por ejemplo, la autodeterminación, la demarcación, la reforma de la LOPCI, los Consejos Comunales, la reforma de la Constitución… Se centraron en el tema de las demarcaciones, establecido por la LOPCI, sobre todo porque no conocen esta ley que tanto los afecta. Entre nosotros venía una abogada, que les ha ido explicando los puntos principales de esta ley y los de la propuesta de reforma.

Son las 12h, hora del almuerzo, la reunión se detiene para degustar una sopa de pescado blanco, pan de yuca y café. En esta época la base de la alimentación es el pescado pues hay muy pocas frutas y verduras, no es temporada.

Actualmente todavía no se ha llevado a término ninguna demarcación en el Amazonas (lo que existen son mapas mentales, hechos por los propios indígenas) y la ley ya se quiere reformar, con menoscabo de los derechos que ya habían conseguido que se les reconocieran. La demarcación se hace por territorios. Actualmente, la ley establece que corresponderá a las comunidades todo el territorio del municipio demarcado, en conjunto. En cambio, con la reforma sólo se reconocerá la propiedad del territorio de cada comunidad y las tierras que queden entre cada una de ellas se declararán zonas de régimen especial (ABRAES), es decir, del gobierno nacional. La ley actual establece también que la demarcación la podrán solicitar sólo las propias comunidades, en cambio, con la reforma se elimina esta posibilidad y por lo tanto, la demarcación la hará de oficio la gobernación. Otras propuestas de modificación de la LOPCI son, por ejemplo, que se igualan los derechos de cualquier persona física o jurídica (como empresas) a los de los indígenas en su territorio; que se cambian conceptos como el “de aprovechamiento” de las tierras por el del “disfrute”, el concepto “tierra” por “territorios comunales”… Con la LOPCI se había conseguido reconocer una serie de derechos que ahora, ya sea por facilitar la tarea de lxs funcionarixs o por presiones económicas, se vuelan restringir.

El pasado 7 de septiembre se aprobó la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, esta es una de las otras informaciones que los llevamos a los Jivis.

Vemos que los problemas más grandes de las comunidades son la falta de información sobre las actuaciones del gobierno que los afectan directamente y la falta de unión entre los pueblos indígenas. Estas serían las explicaciones por las que echamos en falta la respuesta directa de los indígenas. Aunque existen reconocidas organizaciones indígenas, muchos de ellos, como es el caso de los Jivi, viven de una forma tan aislada que les es muy difícil presentar sus propuestas y hacer valer sus reivindicaciones. El tiempo en la vida moderna va demasiado rápido para los pueblos indígenas.




La tarea del equipo técnico es precisamente transmitir esta información y animar a la lucha y a la unión entre los diferentes pueblos (nos resulta curioso que la Iglesia tenga interés y promueva este tipo de iniciativas, estamos en otras realidades). Por ejemplo, la LOPCI reconoce la personalidad jurídica de las comunidades y esto quiere decir que no hace falta que se organicen como Consejos Comunales ni como Cooperativas, pero como decimos, esto no lo saben los indígenas y, desde las instituciones, los marean con papeles y burocracia innecesaria.

La reunión está acabando, queda una hora para concretar el próximo encuentro: el lugar, la fecha, y la aportación de cada comunidad, lo que trae un largo debate. “Nosotros dos botellas de katara, nosotros café y azúcar, yo me comprometo a cazar un ciervo, mi comunidad traerá la yuca, nosotros el pescado…” al final se entienden. Nos hace gracia comparar la situación con las asambleas de La Farga, que estamos horas y horas concretando quienes hacen sábado el comedor, quien los carteles, quienes se encargan de esto y aquello…ji ji ji.

Hay una propuesta hecha por una de las organizaciones indígenas que reivindican el reconocimiento de todo el Estado de Amazonas como territorio indígena y así evitar las diferencias y las disputas que puedan surgir entre los diferentes pueblos. Ahora la tierra no es de nadie, todos y todas la utilizan libremente; no entra dentro su forma de vida que los militares pongan controles y pidan papeles y autorizaciones para circular. La lucha de los indígenas es por la autodeterminación.

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