jueves, 27 de septiembre de 2007

BISCUCUY TE QUIERO

Biscucuy, 26 de septiembre de 2007.





Amanece un nuevo día, lejos ya de la vorágine de Caracas. A través de la ventanilla del autobús más cochambroso que hemos visto nunca, se vislumbra un paisaje hermoso. Haces de luz que atraviesan las nubes, aún dormidas entre los brazos de las valles; desconocido mundo vegetal que asoma por las faldas de las montañas y en nosotrxs unas ganas enormes de pasear por esa naturaleza.

Al llegar a Guanare, donde hicimos el cambio de autobús, que por cierto es una ciudad industrial, gris y sucia, seguimos para Biscucuy. La música a tope y un continuo trasegar de gente. Hoy es el primer día de clases, lxs pequeñxs repeinadxs, los lapiceros a estrenar, y en la cara los nervios de la vuelta al cole. A las puertas de las casas hay gente sentada en una silla, o en el suelo, mirándonos al pasar, dan la sensación de estar haciendo nada; hoy haremos lo mismo. Nada. Esperar.

Que tranquilidad te proporciona estar todo el día tirado a la bartola. Allá, esto es impensable, la vida moderna de mierda no nos deja parar ni un segundo: metro-trabajo-comida-trabajo-bus-reunión-compra-casa-recoge-cama. Cierto es que somos nosotrxs mismxs quien elegimos muchas de las cosas que hacemos pero el ritmo… el ritmo nos viene impuesto , esa aceleración exponencial en el ritmo de vida nos lleva directxs al colapso social.

Ahorita mismo asoma la luna llena por las montañas, ¿la luna está llena a la vez en todo el mundo? Nunca comprendimos el funcionamiento del satélite.

Esta tarde, después de la lluvia, cuando ha vuelto a salir el sol -es como un nuevo amanecer- hemos subido a esa montaña, con la agradable compañía de Ahiry. Hemos disfrutado por el camino descubriendo flores nunca vistas, de todos los colores, recogiendo frutos y evitando insectos. Desde el tejado de “La Casona”, en la parte alta, tenemos una vista privilegiada del valle del Saguaz (mejor que la de la foto). Es curioso, Biscucuy visto desde lo alto parece una guitarra eléctrica; nos la perdimos de noche…

Biscucuy Te Quiero, dice el eslogan institucional. Aquí todas las casas son de planta baja (a excepción de alguna que sube un piso), de miles de colores, como las flores, los árboles y el cielo. En Biscucuy no hay violencia, la gente está “siempre a la orden” y su amabilidad y hospitalidad es de envidiar. Dando un paseo por la noche nos perdimos entre las callejuelas del pueblo, lógico, no había letreros, ni señales, ni siquiera farolas, las luces de los coches alumbraban de pasada el camino. Al final preguntamos, una joven que regresaba de la escuela se prestó a guiarnos, cuando se cruzaba con la gente les decía que nos acompañaba porque nos habíamos perdido, lo que provocaba las risas en viejxs y niñxs. Nos acompañó hasta un pasarela, cruzamos el río, y de nuevo en la urbanización Simón Bolívar (como no).

L@ Libertari@ Te Quiero, decimos nosotrxs, porque éste es un proyecto que aunque se muda al Estado de Lara, en la montaña, su recuerdo quedará vivo en Bicucuy, en este pueblecito sito en los pies de Los Andes. Mirad la web (www.acultura.org) y deteneros en la galería de arte de Mauro Mejíaz --Esteban es el hijo de éste reconocido pintor venezolano— y deteneros también en las explicaciones sobre la lucha de los indígenas Wayuú contra la explotación del carbón –Ahiry es hija de esta Comunidad--. Entonces entenderéis porqué L@ Libertari@ es escuela, es solidaridad, es pensar, es actuar, es despertar, es lucha.




No hay turistas en la Terminal de autobuses

Terminal La Bandera, Caracas. 24 de septiembre de 2007




Caos, caos y más caos en la Terminal de autobuses La Bandera de Caracas. Llegamos a las 6 de la tarde y todos los autobuses ya están completos, “no hay boletos para Biscucuy”. Decidimos coger una ruta alternativa vía Guanare (ver plano) y eso hace que tengamos que pasar toda la tarde en la Terminal, hasta las 11.30 de la noche. Ya se ha hecho de noche, ya ha llovido todo el que tenia llover. Los ambiente de la calle es otro. No podemos ir demasiado lejos. Nos atrevemos a cruzar la carretera, cuatro carriles, que se convierten en seis, sin semáforos y con coches parados en doble fila en cada uno de los carriles. Al otro lado de la Terminal hay un pequeño parque de atracciones. No hay nada más en los alrededores de esta estación. La entrada del parque está escoltada por dos guardias, armados, que se nos echan encima al vernos con las mochilas. Se tranquilizan al darse cuenta que somos turistas y nos dejan entrar sin más problemas. La idea es pasar el tiempo. Nos espera un largo viaje, una larga noche.

En la calle 4, de la urbanización Simón Bolívar, de Biscucuy, nos espera Esteban y Ahiri, que son quienes se encargan de llevar la biblioteca L@ Libertari@ y con quien compartiremos unos días, que prometen ser intensos.

Aquí en la Terminal no hay turistas, hay muchxs venezolanxs, gente trabajadora, del pueblo. Todxs esperamos durante horas y horas, mucha gente ha llegado como nosotrxs, cuando todavía era de día. Esperamos pacientemente. De vez en cuando pasa un vendedor “pasatiempos, pasatiempos!!”. Hay una señora, con un megáfono que grita a la gente para que haga cola, mientras tanto, nosotrxs, hacemos que pase el tiempo, “pasatiempos, pasatiempos!!”.

Entre el andar atropellado de la gente del pueblo, destacan los pasos rectos y limpios de los militares: marines, soldados de infantería, de aviación…todos con sus galones y sus botas de cuero, miran a todo el mundo por encima del hombro, parece que estén en un mundo aparte. ¡Qué asco que dan sus aires de superioridad!. Nos encontramos también con los policías de Chávez, luciendo sus placas que dicen « El Libertador ». En este país todo se llama « Simón Bolívar, El Libertador »: las calles, las plazas, las urbanizaciones, y los diarios, el dinero, las estaciones y, también, los policías.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Cara-caos


Caracas, o Caracaos como le llama aquí la gente, es una enorme ciudad donde se aglutinan 12 millones de venezolanxs (casi la mitad del país). Está situada en el valle del río Guaire, separada del mar por la inmensa cordillera de Ávila, cuyas laderas verdes se pueden avistar desde cualquier punto de la ciudad. Es extraño estar al lado de un edificio de 44 plantas y ver al fondo de la calle la gran pared verde de la montaña, tan cerca.

Lo del caos lo vimos el primer día viniendo del aeropuerto, el autobús entró de lleno en la urbe haciéndose paso entre motocicletas, coches y peatones, a golpe de claxon y sin hacer demasiado caso a los escasos semáforos. El aire cargado por los turbios gases que emanan de los tubos de escape y por la humedad circundante crea una atmósfera enrarecida. La cantidad de carros que se manejan aquí es impresionante, y sólo entendible cuando te dicen que el litro de gasolina va a 50 bolívares, 0,01 € al cambio, o sea 1 céntimo de euro. Con este precio no sorprende para nada el parque automovilístico¸y tampoco sorprende que, al bajarse Any a comprar algo demos dos veces la vuelta a la manzana en lugar de permanecer estacionados esperando. (aunque quizás esta táctica evite un poco la congestión, buh).

Caracas es caos, es sucia, es miseria, es violenta. Pero Caracas no hay una sola, Caracas hay muchas: hay la Caracas chavista, la Caracas turista (El Hatillo), la Caracas ejecutiva, la Caracas Pedralbes (la Lagunita), la Caracas de la oposición, aunque también existe la Caracas anarquista y la Caracas que no hemos conocido. Si Caracas es aparentemente poco desarrollada, nos avisan que el resto de Venezuela nos parecerá mucho menos desarrollada.

Violencia y seguridad. La seguridad por encima de todo. No hay casa que no esté enrejada, con cables eléctricos, alambradas… Ni la ONG, Organización Nelson Garrido, una escuela de fotografía y contracultura, se salva. En cada habitación hay una puerta metálica, cerrada con dos llaves. Ahora mismo, estamos escribiendo desde casa de Rodolfo, un onceavo piso, y también tiene rejas en las ventanas (por si viene el hombre araña). Los coches tampoco se salvan, todos tienen su alarma, su pata de cabra y su trancapalanca.

Desde la ONG, cuando se hace de noche, escuchamos disparos en la calle. Cuando se hace de noche escuchamos otra vida en la calle.
Ésta mañana nos cruzamos con una vecina que explicaba a otra que esta noche pasada la atracaron delante de su casa, cuando salía del coche.
El viernes noche, hubo gente que no vino en la charla anti-carcelaria por miedo. Se estaban baleando en la calle.


Cuando nos hablan de la realidad en las cárceles venezolanas se nos pone los pelos de punta, es escandalosa y escalofriante, pero si una persona o organización se atreve a criticar es de la CIA, del imperio o de la oposición. No cabe la crítica a la revolución. El chavismo es todo un fenómeno.

No todo el rap es competitivo. El viernes nos ofrecieron un concierto de rap (Gustavo Cablo Sandovaléxico) y de trova (David Domínguez) y sus autores no buscaban que las mujeres se les acercaran o fumar mucha marihuana, no, sus letras criticaban toda esta cultura competitiva y machista y toda esta realidad tan sucia y tan violenta. Gustavo nos deleitó con un tema, un canto contra la segunda guerra mundial, que nos hizo estremecer.

La realidad de Venezuela va ligada a la de su petróleo. Aunque no lo parezca es un país básicamente importador, sus productos nacionales son el petróleo y la cerveza. Esta mañana nos llamaban la atención las típicas huchas-cerdito. – pero ¡¿son de plástico?!.- ¡Claro chamo!, ¡es más barato hacerlas de puro petróleo que de barro!-
Al ser el petróleo el motor de la economía, sectores como la agricultura o la industria de consumo no se han desarrollado, teniendo que comprar fuera productos básicos (es paradójico como las caraotas –frijoles negros- plato típico venezolano, se han de importar). Teóricamente este recurso está nacionalizado, pero en realidad una empresa mixta (capital internacional privado 40% y capital estatal 60%) PDVSA Petróleo De Venezuela SA, la que explota la mayoría de los pozos, y los beneficios no son, precisamente para la nación, el pueblo. Algunas multinacionales como Texaco, Epson o Repsol se acaban de repartir el pastel con el consentimiento de un gobierno chavista, teóricamente también antiimperialista.

Esto es Venezuela, Chávez y Petróleo, Petróleo y Chávez.