miércoles, 17 de octubre de 2007

Aprovechando hasta el último día

Aeropuerto de Caracas, 17 de octubre de 2007
El día 12 de octubre a Puerto Ayacucho, Estado de Amazonas, se realizaron dos actos: una “marcha para Jesús”, que recorrió de punta a punta la ciudad y que, básicamente, consistió al exaltar masivamente el nombre de nuestro “señor”; y un acto político del PPT, Patria Para Todos, en celebración del 7º aniversario de gobierno en el Estado de Amazonas que consistió en una serie de discursos políticos y de presentaciones musicales.

Un día en Caracas con Álvaro, quien -mientras nos acompaña a revelar las fotografías del viaje, que próximamente podréis visionar desde este blog - nos explica sus experiencias, a menudo arriesgadas, con la cámara de fotografía. Mirad su último trabajo con niños y niñas de Mérida, del barrio Pueblo Nuevo: http://www.ancla2fotografía.blogspot.com

El día 13 de octubre, en Caracas, al Parque del Este, como popularmente se conoce -o el Parque Generalísimo Francisco de Miranda- todavía hacían actos en motivo del día de la resistencia indígena. “Diálogo de saberes originarios, la Cultura va al parque”. Un encuentro de las diversas etnias y comunidades indígenas que coexisten en Venezuela, una muestra de las danzas típicas, de la artesanía y gastronomía de cada una. Los líderes agradecían al Presidente Chávez el reconocimiento y la invitación a la capital del país.

Se han conmemorado 512 años de resistencia indígena, algunas publicaciones hacen un repaso histórico y crítico. Otras, diarios de gran tirada, ni siquiera hacen referencia.

La gente de la Cruz Negra Anarquista de Caracas, que ha visto la película de Salvador “”, quieren que les expliquemos cosas sobre Salvador Puig Antich, el MIL y los grupos autónomos. La película no está hecha para explicar la historia. Nos hemos encontrado un grupito en el Parque del Este y hemos conversado un buen rato. Rodolfo, que ya se había leído el libro de Telesforo Tajuelo, marca diferencias entre las luchas anticapitalistas de aquí y de allá. El acto se debía hacer en la ONG pero, después de la última actividad, el 21 de septiembre, dos compañeros fueron apuñalados por la espalda, a la salida de la casa, gratuitamente, sin robarlos, y por esto, al ser recientes estos hechos, se consideró más conveniente encontrarnos en otro lugar.

Mientras tanto Chávez está en Cuba, con Fidel Castro. El Aló Presidente del domingo se retransmite desde Santa Clara, donde se rinde homenaje al Guerrillero Che Guevara, en el 40º aniversario de su muerte. ¿Más de ocho horas de programa? ¿el récord?

Es toda una aventura llegar a la playa caribeña de Chuao. Primero un autobús hasta Maracay; luego otra buseta hasta Choroní, atravesando el parque nacional Henri Pitier, que es como el rally Maracay-Choroní, a juzgar por la empinadísima carretera y las curvas de 180º. Hay que atravesar una cordillera de laderas frondosas y plagada de arroyos que atraviesan cada poco la carretera, dificultando el paso del bus con derrumbamientos e inundaciones. Por si fuera poco solo cabe un coche en la mayoría de puntos del trazado, por lo que el intrépido chofer se dedica a tocar el claxon desmesuradamente para avisar por donde vamos. Parece las barracas de la feria. De tanto en cuanto, en una de esas interminables curvas aparece de frente un coche, entones solo queda pisar el freno a tope y esperar que no haya colisión, pues el barranco que queda a los pies es aterrador. Aunque no lo parezca fue la mar de divertido. Nos han dicho que los fines de semana, la gente baja en tropel a las playas de Choroní y el bus va lleno de jóvenes emborrachándose, más espectáculo si cabe para este trayecto.

Finalmente, llegamos al pueblo de Choroní, ejemplo de cómo el turismo modifica la vida de un pueblo de pescadores. Tiendas de bikinis, postales de recuerdo, posadas y hoteles de reencuentro, hasta un restaurante vegetariano para los hippies europeos de una vez al año. Nuestra parada es mínima, agarramos una barca que nos lleva hasta Chuao, un pueblecito caribeño al que solo se puede llegar por mar. Menudos botes que pega la lancha, parece una montaña rusa acuática, el barquero, ya hecho al turismo, nos va explicando los relieves y accidentes del terreno, como si de un guía se tratase: las bodegas de Choroní, la bahía de Chuao, el faro que funciona con energía solar, la montaña con cara de indio…

Por fin llegamos a la playita, nos deja junto al negocio de Francis, un negro flacucho al que cuesta entender. Nos trata con amabilidad, nos deja colgar el chinchorro y nos prepara una cena deliciosa. La playa es preciosa, para que negarlo, las montañas verdes rodean la pequeña bahía, dejando caer sus faldas directamente sobre el agua. A Juanito le recuerda Galicia, a mí Zarautz, sin surferos pijos y sin paseo con restaurantes de Arguiñano. El agua está templada y limpia, los pelícanos se lanzan en picado para capturar peces o descansan flotando cerca de la orilla. El sol nos tuesta, la arena nos mima, el sonido de las olas nos arrulla.

El pueblecito de Chuao está en obras, las aceras levantadas, las casas recién pintadas de colores y cemento y arena cada 20 metros. Se trata de ua inversión del gobierno dentro del programa de desarrollo endógeno. En Chuao está el mejor cacao del mundo, dicen, nosotrxs lo hemos probado de unas señoras que lo estaban procesando a mano a la puerta de casa, auténtico. El cacao, más la playa caribeña, hacen de este pueblecito aislado un lugar en el que invertir y promocionar. Sólo esperamos que el calificativo de endógeno se traduzca en respeto por el medio y sabor propios, y no acabe corrompido por los intereses del turismo.

domingo, 14 de octubre de 2007

Un dia de pesca

San Fernando de Atabapo, Edo. Amazonas, 10 de octubre de 2007


El sol hace brillar el gran Orinoco y el cielo y los árboles se reflejan en él. Hoy vamos a pescar. Navegamos lejos. Nos paramos en una orilla dónde ya saben los indígenas que encontraremos muchos gusanos, un “lombrizal”, le llaman. Tenemos el bongo preparado para que podamos estar pescando seis personas. Navegamos por los lugares más intrépidos, por los rincones más frondosos, más selváticos, en busca de una buena pesca. De camino vamos preparando nuestros guarales. El guaral es el instrumento con el que pescamos, es una pequeña obra de arte hecha con un palo de madera flotante donde se enrosca el hilo de pescar, un trozo de plomo -que hace de peso- y el anzuelo en la punta.

A la sombra de los árboles amarramos el bongo. Silencio y tiempo necesita la pesca. Escuchamos a un montón de animales, chiflidos exóticos, unos más graves, otros más agudos, rararararararara... cuesta imitar estos sonidos pero el chamito que viene con nosotros lo hace bastante bien. Muchas mariposas se nos acercan, son muy grandes y de varias formas y colores. El viento hace danzar las hojas en el agua.

Ya hemos pescado suficiente para preparar un buen almuerzo. Nos paramos en una playita del río, desèrtica, pero no es la primera vez que se paran los indígenas. Ya tienen una pequeña hoguera preparada para encender. Cuelgan la olla, agua del río, sal y los saltones. El plato lo acompañan con mañoco (yuca secada y troceada), casabe (pan de yuca) y katara (salsa picante hecha a base de zumo de yuca y pimientos picantes. Esta que comemos está condimentada con piel de conejo pero la katara de invierno se hace con hormigas, que son afrodisíacas). Les sorprende que llevemos una dieta vegetariana y nos preguntan mucho el porqué. Ir a cazar o pescar es parte de su vida como para nosotros ir al supermercado, les resulta difícil de entender nuestra opción.

Tienen una buena técnica de pescar, nosotros por mucho que nos esforzamos no nos acaba de salir del todo bien. Esto no quiere decir que no hayamos pescado nada. Entre todxs hemos pescado 28 saltones, no está nada mal.


LOS JÓVENES PROTESTAN

Ya se ha hecho de noche y hoy tampoco ha llegado la luz. Poca cosa más podemos hacer que conversar y compartir con la familia que nos acoje en San Fernando.

“Chávez tiene para dar electricidad hasta el último rinconcito de Venezuela”, nos dice un joven en tono de protesta, mientras hace los deberes –las tareas- a la luz de una vela. La alcaldía está racionando el consumo de electricidad porque dice que hay poco gasoil y el día que da luz lo hace a partir de las 9 o las 10 de la noche, cuando ya casi todo el mundo está durmiendo, especialmente los jóvenes que empiezan las clases a las 6 de la mañana. Cada día llega al puerto un cargamento de gasoil para alimentar el generador de electricidad, que también hace funcionar la bomba de agua, es decir, sino hay luz tampoco hay agua. El caso es que no todo el gasoil se usa en Atabapo, la frontera colombiana está justo al otro lado del Orinoco y el contrabando es muy goloso.

El alcalde roba mucho!, antes era maestro, de cooperativismo, y tenía una pequeña casa. Y ahora tiene...una grandota -¡casi como la del presidente!- dos yates, otra casa en Ayacucho...”. Una chama que ha hecho la pasantía (prácticas) como administrativa en la alcaldía nos explica todos los trapicheos que hacen con la contabilidad.

Un grupo de jóvenes está preparando una protesta para el día 12 de octubre, ante la alcaldía. Uno de los principales actos oficiales será la inauguración de la nueva plaza Simón Bolívar y los jóvenes dicen que antes que plazas quieren agua y luz en sus casas, quieren que las calles estén bien asfaltadas, “las calles están llenas de agujeros, en época de lluvias allí se crían los zancudos -los mosquitos que les traen las enfermedades- y aunque vengan con la fulmigadora...”.

Qué curioso, justo delante de la nuestra casa hay otra que sí que tiene luz, pensamos que debe tener un generador propio. Se lo preguntamos a los jóvenes y nos explican que la señora de la casa es muy amiga del alcalde, del partido, del PPT, Patria Para Todos, chavista.


muchas misiones, muchas misiones, pero...”

viernes, 12 de octubre de 2007

¡Ay, Amazonas, como enamoras!

San Fernando de Atabapo, Edo. Amazonas, 9 de octubre de 2007.

Los tambores hacen retumbar San Fernando, están preparando la marcha para la celebración del 12 de octubre, el día de la Resistencia Indígena. Antes de que Chávez subiese al poder, se celebraba el día de la Raza, el día del encuentro de dos mundos o el día del descubrimiento de América.

San Fernando es la capital del municipio indígena de Atabapo, aquí se respira mucha tranquilidad. Un paseo a las afueras nos hace descubrir nuevas frutas, de unas texturas y sabores casi inimaginables, la guama y el temare. Aquí viven más de 5.000 personas, es como una pequeña ciudad en medio de la selva del Amazonas. Casitas bajas y de muchos colores, en apariencia las calles están limpios, sin basura en cada esquina. La gente es muy amable y agradable. Resaltan algunas edificaciones extrañas como el cuartel militar a la entrada del pueblo por el puerto del río Orinoco, un gran supermercado en construcción, un gran hospital también por acabar de hacer, el futuro centro de rehabilitación para mujeres maltratadas... nos explican que también quieren construir una prisión y no nos creemos que sea por los habitantes de San Fernando.
A San Fernando llegamos por el río Orinoco, con una voladora –lancha-. Casi no tienes otra opción. Los aviones que llegan son los de los militares, sólo hay una agencia de viajes y son muy pocos y caros los aviones que vuelan, ha habido muchos accidentes. Por tierra está la selva profunda.

Hemos llegado hasta aquí porque vive y trabaja Dimilson, un colaborador de la Oficina Técnica del Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho. Ahora está trabajando para el gobierno, con la Misión Árbol. Le acompañamos en su trabajo. Llegamos hasta la comunidad Pintao, por el río Atabapo, un afluente del Orinoco. Esto es como un paraíso, una playa de arena blanca, grandes piedras negras, que parecen muy antiguas, y una gran plaza circular que mira hacia el río. Alrededor se disponen las casas de forma regular. Casas hechas con palos cruzados, barro y el techo de hojas de palma. Los colores cálidos de la arena y las casas combinan a la perfección con los colores fríos de los árboles y sus frutos, que también bordean esta gran plaza. Justo en el centro, mirando en línea recta hacia el río, está la iglesia, en un lado está la campana y al otro la escuela.

Cruzamos la plaza, dirección a la selva. Dimilson quiere confirmar el trabajo hecho por los indígenas, uno de ellos nos acompaña y nos explica la labor de los últimos días. Dimilson le aconseja en alguna cosilla mientras nos va explicando lo que ha pasado con estas tierras. La selva primaria queda muy lejos de donde estamos. Esto es una gran explanada, han quemado las tierras y éstas se han empobrecido tanto que sólo crece pura grama. Es la deforestación. Dicen que hemos retrocedido a los inicios de la vida en la tierra. La cuestión está en si será recuperable. La Misión Árbol tiene precisamente este objetivo, recuperar las tierras perdidas. Las comunidades trabajan duro, tienen esperanzas.

La transformación es posible. Las iniciativas Agroforestales en las comunidades indígenas del Amazonas comienzan a dar sus frutos – nunca mejor dicho-. Hace más de cuatro años que se comenzó a trabajar con lxs indígenas sobre este tema. Las barreras de entrada son fuertes: dinámicas productivas capitalistas, desconfianza enlxs promotores, requerimientos de esfuerzo e implicación. Sin embargo son ya 8 las comunidades en el municipio de Atabapo (Edo. Amazonas) que han iniciado su andadura en la agroforestía.

El trabajo comienza con la concienciación de lxs protagonistas del cambio, lxs propixs indígenas. A través de charlas y reuniones se convencen de que son capaces de llevar a cabo los proyectos.

Después se da un intercambio de conocimientos entre lxs técnicxs (conocimientos teóricos) y las comunidades (herencia cultural). Aquí entran en juego lxs ancianxs y sabixs indígenas, que recuerdan a los más jóvenes conceptos prácticos como: el momento idóneo para plantar, la forma de podar tal o cual planta o el porqué de una u otra enfermedad. Es un trabajo valioso pues cuesta poner en común esta sabiduría. En esta tierra, por desgracia, hay muchos antecedentes de expolio. Por ejemplo, no pocas ocasiones en las que una vez conocidos estos secretos milenarios, se han utilizado en provecho ajeno. Por eso el coordinador, Dimilson, es un indígena, con el que comparten la cultura, la lengua y la tierra. Y con él se da la confianza suficiente para poner sobre la mesa dichos conocimientos. Aún así en el arte de la medicina natural son más reacixs a contar, y los huertos medicinales que propone Dimilson son todavía una ilusión.

Siguiendo para adelante se selecciona la parcela de terreno sobre la que trabajar. En principio no muy grande, 1 o 2 hectáreas. Se escoge un terreno que ya ha sido explotado por el monocultivo para tratar de recuperarlo.

Luego se trata de seleccionar las especies más adecuadas para cada terreno. El análisis del suelo en laboratorio no es posible, por lo que se opta por un ensayo real y directo. Se toma una pequeña porción de tierra y se siembran multitud de semillas, a ver cuáles funcionan mejor. Uno de los puntos fuertes de esta propuesta es que el banco de semillas es autóctono. Son recolectadas por la propia comunidad en su región, manteniendo una genética que seguro, está adaptada. Antaño los programas de desarrollo del Gobierno les traían las semillas, obligándoles a plantar una variedad determinada que no se adaptaba bien. Además el programa incluía abonos y pesticidas químicos que quemaban el suelo. Era un desastre, las ayudas que prometían los políticos se acababan después de las elecciones, y las tierras acababan por abandonarse. Les hacíamos esta reflexión: “cuiden bien a los árboles, que duran más que los políticos”.

Finalmente, una vez se tiene el convencimiento y el conocimiento, se ha seleccionado la tierra y la semilla, se pasa a la práctica sembrando las parcelas. Las semillas se germinan a parte en un vivero creado por la comunidad en condiciones óptimas de temperatura y humedad. En el vivero siempre hay plantones de más para substituir los que se van muriendo. La parcela se proyecta con un objetivo principal (especie base) y varios secundarios (especies complementarias). El objetivo principal es un cultivo que les permita subsistir, es decir, pueda abastecerse la comunidad y tengan para comerciar el producto y sus derivados. Por ejemplo las parcelas visitadas en Pintao, son de merei, del que se extrae un fruto riquísimo listo para la venta, pero del que también se puede hacer mermelada, de la sabia se procesa una especie de barniz protector de madera, de la corteza del fruto un aceite medicinal, etc. Estos productos derivados pueden ser tratados por el resto de la comunidad, implicándoles así en el proyecto. Intercaladas en las hileras de merei, se cultivan diferentes especies de palma, piña, yuca, banano,… que cumplen con los objetivos secundarios: variedad en la alimentación y cobertura de productos todo el año, madera, residuos de poda para el abono, plantas medicinales, y otros.

El Estado, a través de la Misión Árbol, promociona esta actividad, gestionando las tareas de coordinación técnica y subvencionando a lxs agricultorxs con un jornal diario. Los beneficios generados por la comercialización de los productos son totalmente para la comunidad.

Como se puede observar el comercio posterior y la generación de ingresos monetarios sigue estando presente en la agroforestía, sin embargo estas prácticas bien podrían encaminarse hacia la autonomía de las comunidades y hacia una vida sin dinero. (Una compañera anarquista nos comentaba que estuvo una época viviendo en comunidades aisladas porque era lo más parecido a vivir al margen del Estado)

Al acabar el trabajo nos invitan a tomar yukuta una tipo de bebida hecha con agua y yuca troceada –el mañoco-. Es muy típico, en todas las comunidades tienen, a todas horas, hace pasar la sed y el hambre. Lo sirven con un barreño y una taza o un totuma, y todxs van tomando. En un principio tiene un gusto algo fuerte pero a cada trago está algo más bueno. A pesar de que habíamos hecho un buen desayuno: coco, aguacate, cambure –plátano pequeño- (todo recién recogido del árbol) y un trozo de pan con una taza de café, volvía a abrirse el apetito. La yucuta nos ha hecho aguantar hasta la hora de comer. Aunque seguimos una dieta vegetariana y es mala época para la fruta, nos estamos alimentando muy bien.

Volvemos hacia San Fernando. Casi una hora navegando con bongo por el río Atabapo, le llaman el río negro -si sacas un vaso parece una coca-cola aguada-, el cual llegando a San Fernando confluye con el río Guabiari y con el Orinoco, el río blanco, que es más arenoso. El río Atabapo da vida a San Fernando, es donde nos bañamos, lavamos, pescamos, reímos. El río también nos da el agua que bebemos. Ahora todavía estamos en temporada de lluvias y el río va crecido, nos dicen que hemos venido en mala época, que debemos volver un verano, a partir de enero, cuando el río se seca y sólo quedan los canales, que es precioso, que se forma una gran playa, inmensa, de arena blanca –“puro azúcar” - nos explica Celia, la hermana de Dimilson que nos ha cuidado muy bien estos días. ¡Ay, Amazonas, como enamoras!

Dos formas de vida

Casuarito (Colombia), 7 de octubre de 2007.


Vemos Venezuela desde la otra orilla del río Orinoco, desde el Estado de Colombia. Un domingo las calles están tranquilas, el calor hace que la gente se resguarde en sus casas. Algunxs nos atrevemos a pasear por las cercanías del pueblo, grandes piedras negras, grandes lagartijas pintadas de colores y algo de vegetación conforman el paisaje de Casuarito. Volvemos a orillas del río donde la brisa nos mima, nos salva de este abrumador calor que se divisa Colombia para adentro.

Casuarito es el pueblecito colombiano que mira al muelle de Puerto Ayacucho. Hace un tiempo lxs venezolanxs venían a comprar porque la moneda colombiana (el peso) estaba más devaluada. Hoy es la moneda venezolana (el bolívar) el que vale menos y las pequeñas tiendas y los grandes almacenes de Casuarito permanecen desérticos pero todavía abiertos, quizás a la esperanza.

Una larga y verde cortina de selva tapa la ciudad venezolana. Puerto Ayacucho es calurosa, gris y demasiado sucia. Aquí, la gente se alimenta básicamente de fritos –empanadas, papas y arepas fritas-. Suerte de los zumos de fruta fresquitos -de los jugos naturales-, porque si encontramos una ensalada será con mayonesa. Una ciudad con fuerte presencia de colombianos y árabes, que regentan la mayoría de los negocios, comercios y restaurantes, y reforzada por filas de militares. Chávez está socializando el país pero también lo está militarizando.

En esta ciudad, en las puertas de los bancos se forman colas de kilómetro y medio, controladas por policías, dónde la gente se pasa todo el día. Esta gente vive a expensas de las ayudas del gobierno. También se forman colas a la puerta del Mercal donde el gobierno vende a un precio muy bajo los productos alimenticios básicos. Esto forma parte de un plan excepcional de desarrollo “económico y social” para el abastecimiento de alimentos de la cesta básica, que pretende hacer efectivo el art. 75 de la Constitución, sobre los derechos sociales y de las familias. “Cuando el pueblo necesita, su Gobierno Revolucionario “responde!”.

Alrededor de Puerto Ayacucho están asentadas las comunidades indígenas del Amazonas, muchas de ellas absorvidas por las dinámicas capitalistas y las políticas públicas del gobierno. Las hay que ya se han vendido, al 100%, al capital, al negocio del turismo. Fuimos hasta el Tobogán de la Selva, un parque acuático construido en un río, como una especie de balneario natural. Las típicas Churuatas – techos circulares hechos a base de hojas de palma-, donde nos cobran por colgar los chinchorros –las amacas hechas con hilo de nylon, más fresquitas-, le acaban de dar el toque amazónico. Con esto la comunidad Coromoto se gana la vida, en detrimento de este enorme y espectacular espacio natural. Si uno de los indígenas todavía viste de la forma tradicional es porque cobrará por hacerse una foto con los turistas.


Otra de las actividades que el hombre blanco ha impuesto, directa o indirectamente, a lxs indígenas, es la agricultura. Básicamente estas comunidades se han alimentado durante cientos de años de la caza, la pesca, y la recolección. El contacto con la cultura criolla les ha levado a adoptar regímenes agrarios totalmente extraños a su hábitat.

Empezando por la introducción de cultivos exógenos como los cereales, que precisan superficies de terreno regulares y maquinaria para su laboreo. Esto en el Amazonas es inviable: primero porque las condiciones de insolación directa en este clima tropical ahogan el cereal; en segundo lugar, debido a la falta de recursos económicos de las comunidades para la adecuación a la maquinaria; y tercero por los problemas asociados de plagas y enfermedades al tratarse de plantas no adaptadas.


También está fallando el monocultivo de especies locales como son el maíz, la piña o la yuca. Los problemas son grave4s y estructurales. El sistema de producción capitalista exige productividad y excedentes, algo que choca de lleno con el pensamiento indígena – tomar de la naturaleza sólo lo necesario- La práctica ancestral de la quema de vegetación ha cambiado de sentido. Antes, las parcelas quemadas eran utilizadas durante 3 o 4 años, como asentamiento y algo de cultivo. Después, en una práctica seminómada, se trasladaban a otro asentamiento lejano, y esa parcela era abandonada durante décadas, tiempo suficiente para que la selva se recuperase. Sin embargo, cada vez estas parcelas son más grandes –necesidad de excedentes-; quedan más esquilmadas por el monocultivo y los productos químicos que agotan los nutrientes –necesidad de productividad-; y son utilizadas más próximamente, en tiempo y espacio – van haciéndose más sedentarios-. Por eso, estas prácticas están destruyendo la selva.


Es paradójico como, pasados los años, evidenciados los errores, el hombre blanco pretende reeducar al indígena en las prácticas de cultivo. Conceptos como agricultura ecológica o cultivos agroforestales suenan ahora en los programas de desarrollo. ¿¡Desarrollo sostenible!? Menuda gracia, ¡ahora pretendemos enseñar a las comunidades indígenas qué es el desarrollo sostenible, cuando llevan miles de años viviendo en armonía con la selva y se ha mantenido intacta hasta nuestra llegada! Algún anciano jivi, piaroa, o de cualquier otra etnia amazónica, observará estos cambios en nuestras “enseñanzas” y nos llamará locos. Tiene razón.


Después de décadas metiéndoles en la cabeza conceptos como economía, mercado, oferta y demanda…; después de años sugiriéndoles productos industriales como ropa, zapatos, televisores, coches…; después de forzarlos a un ritmo estresante, ahora… ¿Ahora venimos nosotrxs a decirles que vuelvan a sus raíces, al respeto a la naturaleza y al consumo responsable? Así de egocéntricxs somos lxs del Mundo Actual.


Muchxs de ellxs ahora no quieren dar este paso atrás (no todo avance es positivo). Ahora algunas familias dependen de los ingresos que obtienen en los mercados para comprar comida en el super, ya que no pueden nutrirse de un único producto – que es lo que siembran-. Dependen además del dinero para pagar la gasolina que transporte su producto fresco hasta la ciudad. Antes la diversidad de productos de una comunidad era suficiente para alimentarse junto con los frutos recogidos en el bosque. Ahora para recoger estos frutos, algunxs han de caminar horas ya que los terrenos de su alrededor son pasto del monocultivo exterminador. Ahora algunxs de estos indígenas han sucumbido a las comodidades del capitalismo y ya no salen a cazar o recoger guanabanas, algunxs se han ido a las ciudades y viven pidiendo limosna y reciclando en los basureros. “También tenemos derecho a vivir” –decía uno de los indígenas que vive al lado del basurero- ¡qué triste! Este sistema es culpable de que haya cambiado tanto su concepto de lo que es vivir.


A pesar de todo siguen existiendo comunidades que viven de forma tradicional, algo se nota la influencia cultural, pero siguen manteniendo su cosmovisión: el ser humano como parte de la naturaleza, no como dueño; el respeto mutuo, el consumo responsable, el sentimiento de comunidad.


En cualquier caso es necesaria la tarea de fomentar esta vuelta a las raíces, pero sigue siendo paradójico que sea ONGs externas quienes lo hagan. La Oficna Técnica del Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho promueve los cultivos agroforestales, que vendrían a ser una práctica entre la Agroecología y la Permacultura. Intenta concienciar al agricultor (aquel que ya cayó en los principios de la agricultura intensiva) de las ventajas de la siembra de especies complementarias, del abandono de las prácticas de quema, de la combinación de ciclos, del aprovechamiento de los residuos de poda como substrato…Básicamente se trata de hacer una parcela que imite a la naturaleza, nuca será como ésta, pero siempre mejor que los latifundios cerealistas de la agricultura “avanzada”. Imitemos más a la naturaleza porque es millones de años más sabia que nosotrxs.

Orinoco Indígena


Comunidad de San Vicente del Orinoco, municipio de Autana, 3 de octubre de 2007.


“Patria y fronteras –Bienvenidos- somos los mejores”, dice uno de los controles militares por los que debemos pasar por llegar a orillas del río Orinoco. En total nos han parado unas 10 veces, la excusa era el control del contrabando, en realidad lo que querían era molestarnos (y acabaron consiguiéndolo) porque llevávamos tres barriles de gasolina para los indígenas, que la necesitan sobre todo para circular con las barcas, el único canal de comunicación que tienen es el fluvial.

La Ley Orgánica de los Pueblos y Comunidades Indígenas (LOPCI), aprobada el año 2005, establece la libre circulación de mercancías pero los guardias restringen la circulación de la gasolina, hay un fuerte control; ¿será porque el mayor contrabando de gasolina lo hacen los propios guardias? Esta ley también permite el intercambio de mercancías con las comunidades colombianas –que se separan sólo por el río Orinoco-, pero esto en realidad se permite todavía menos. El contrabando de gasolina se explica por el precio, ya hemos dicho en otras crónicas que en Venezuela es muy barata, en cambio, en Colombia el precio se multiplica.

Llegamos al puerto de Morganito y ya vemos el Orinoco, - ¿de dónde sale tanta agua? - nos preguntamos. El río es impresionante, como mínimo 500 metros de ancho, parece un pantano. Una corriente marrón que arrastra parte del alma de la selva. Al otro lado, el Estado de Colombia, pero en las dos orillas un manto selvático que no entiende de fronteras. Nos hemos montado en un bongo, un tipo de barca alargada y estrecha, de chapa metálica y propulsada a motor. También los había hechos a partir de un tronco de árbol. Hemos navegado durante una hora dirección sur hasta la comunidad de San Vicente del Orinoco, donde se ha hecho la reunión de los líderes Jibi. El sol ha picado fuerte pero el viento que nos daba en la cara, al estar en movimiento, producía una sensación muy agradable. Rosaline nos relata historias del río, el contrabando, los animales salvajes que viven, como baja de nivel 10 metros al final de la estación seca, porque se hacen olas, etc. Mirando a uno y otro lado se ve la pared larga y verde de árboles, el Orinoco omnipresente, y nuestro bongo en medio. ¡Qué pequeños que somos!


La reforma de la Constitución venezolana afecta especialmente porque se añade un precepto que establece la facultad del Presidente de la República a decretar “Regiones Especiales Militaste con fines estratégicos y de defensa, en cualquier parte del territorio y demás espacios geográficos de la República. Igualmente podrá decretar autoridades especiales situaciones de contingencia, desastres naturales…”. Esto afectará especialmente al espacio fronterizo, a los pueblos del Orinoco, sobre los que ya abusan bastante. Esta semana toca que las comunidades aporten su opinión sobre la reforma de la Constitución a la Asamblea Nacional, y muchos de los pueblos indígenas ni siquiera lo saben.

Hemos conocido a líderes de la comunidad de los Jivis también llamados Guajibos, y hemos participado en una de sus reuniones, invitadxs por la gente del equipo técnico de la Oficina de Derechos Humanos del Vicariato apostólico de Puerto Ayacucho. Éramos 35 indígenas y cinco criollos. Algunos de los indígenas han venido como representantes de las otras comunidades Jivi que integran el municipio de Autana, en la rueda de presentaciones algunxs se han presentado como capitanes, chamanes, líderes, promotores, representantes parroquiales o profesores. Ha sido un placer asistir a esta asamblea, en la que también nos hemos presentado, como visitantes, muy agradecidxs a la Oficina por traernos y a ellxs por su hospitalidad.

La lengua no ha sido ningún problema, los indígenas hablan Jivi y así han hablado durante toda la reunión, de tanto en cuanto nos explicaban en castellano el resumen y sus acuerdos.

Tras la rueda de presentaciones, se han puesto sobre la mesa varios temas, que ya se habían tratado con otras comunidades, como por ejemplo, la autodeterminación, la demarcación, la reforma de la LOPCI, los Consejos Comunales, la reforma de la Constitución… Se centraron en el tema de las demarcaciones, establecido por la LOPCI, sobre todo porque no conocen esta ley que tanto los afecta. Entre nosotros venía una abogada, que les ha ido explicando los puntos principales de esta ley y los de la propuesta de reforma.

Son las 12h, hora del almuerzo, la reunión se detiene para degustar una sopa de pescado blanco, pan de yuca y café. En esta época la base de la alimentación es el pescado pues hay muy pocas frutas y verduras, no es temporada.

Actualmente todavía no se ha llevado a término ninguna demarcación en el Amazonas (lo que existen son mapas mentales, hechos por los propios indígenas) y la ley ya se quiere reformar, con menoscabo de los derechos que ya habían conseguido que se les reconocieran. La demarcación se hace por territorios. Actualmente, la ley establece que corresponderá a las comunidades todo el territorio del municipio demarcado, en conjunto. En cambio, con la reforma sólo se reconocerá la propiedad del territorio de cada comunidad y las tierras que queden entre cada una de ellas se declararán zonas de régimen especial (ABRAES), es decir, del gobierno nacional. La ley actual establece también que la demarcación la podrán solicitar sólo las propias comunidades, en cambio, con la reforma se elimina esta posibilidad y por lo tanto, la demarcación la hará de oficio la gobernación. Otras propuestas de modificación de la LOPCI son, por ejemplo, que se igualan los derechos de cualquier persona física o jurídica (como empresas) a los de los indígenas en su territorio; que se cambian conceptos como el “de aprovechamiento” de las tierras por el del “disfrute”, el concepto “tierra” por “territorios comunales”… Con la LOPCI se había conseguido reconocer una serie de derechos que ahora, ya sea por facilitar la tarea de lxs funcionarixs o por presiones económicas, se vuelan restringir.

El pasado 7 de septiembre se aprobó la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, esta es una de las otras informaciones que los llevamos a los Jivis.

Vemos que los problemas más grandes de las comunidades son la falta de información sobre las actuaciones del gobierno que los afectan directamente y la falta de unión entre los pueblos indígenas. Estas serían las explicaciones por las que echamos en falta la respuesta directa de los indígenas. Aunque existen reconocidas organizaciones indígenas, muchos de ellos, como es el caso de los Jivi, viven de una forma tan aislada que les es muy difícil presentar sus propuestas y hacer valer sus reivindicaciones. El tiempo en la vida moderna va demasiado rápido para los pueblos indígenas.




La tarea del equipo técnico es precisamente transmitir esta información y animar a la lucha y a la unión entre los diferentes pueblos (nos resulta curioso que la Iglesia tenga interés y promueva este tipo de iniciativas, estamos en otras realidades). Por ejemplo, la LOPCI reconoce la personalidad jurídica de las comunidades y esto quiere decir que no hace falta que se organicen como Consejos Comunales ni como Cooperativas, pero como decimos, esto no lo saben los indígenas y, desde las instituciones, los marean con papeles y burocracia innecesaria.

La reunión está acabando, queda una hora para concretar el próximo encuentro: el lugar, la fecha, y la aportación de cada comunidad, lo que trae un largo debate. “Nosotros dos botellas de katara, nosotros café y azúcar, yo me comprometo a cazar un ciervo, mi comunidad traerá la yuca, nosotros el pescado…” al final se entienden. Nos hace gracia comparar la situación con las asambleas de La Farga, que estamos horas y horas concretando quienes hacen sábado el comedor, quien los carteles, quienes se encargan de esto y aquello…ji ji ji.

Hay una propuesta hecha por una de las organizaciones indígenas que reivindican el reconocimiento de todo el Estado de Amazonas como territorio indígena y así evitar las diferencias y las disputas que puedan surgir entre los diferentes pueblos. Ahora la tierra no es de nadie, todos y todas la utilizan libremente; no entra dentro su forma de vida que los militares pongan controles y pidan papeles y autorizaciones para circular. La lucha de los indígenas es por la autodeterminación.

martes, 2 de octubre de 2007

Mérida - Puerto Ayacucho en 24 horas

Puerto Ayacucho, Edo. Amazonas. 2 de octubre de 2007

Desde que salimos de San Fernando de Apure* estamos atravesando un paisaje increíble. Un auténtico desierto de agua, marismas interminables pobladas de árboles hundidos hasta la mitad, plantas flotantes y densas praderas húmedas. La ganadería extensiva se desarrolla asombrosamente sobre estos pastizales inundados. Rebaños de búfalxs, caballos, yeguas y burrxs se mojan la panza mientras rumian, acompañadxs de un sin fin de aves nunca antes vistas: garzas, grullas, pajarillos de colores…y atravesando esta inmensidad, la carretera dirección sur. Una carretera en supervivencia, salpicada de boches que el conductor esquiva con desgana. El autobús va lleno como siempre, caben 25 pero vamos 30, niñxs en brazos, 6 en la última fila, y alguno de pie en el pasillo (6 horas). La música tradicional venezolana nos acompaña de fondo, a todo volumen. La superficie cubierta de agua de las marismas actúa de espejo discontinuo, y nos devuelve el reflejo del cielo plagado de nubes. La mejor cámara es la memoria.

Atravesamos por el paso del Burro el río Meta, el más grande de los tres que hemos cruzado en chalana – plataforma flotante con motor- en los dos primeros pasos se están construyendo puentes, en este tendrán que esperar más. Al otro lado del paso hay un control de la Guardia Nacional. Sucede algo extraño. Un tipo joven que viaja en coche junto a una mujer, se mete en el autobús durante el paso del río. Lleva en la mano una carpeta con documentación, y nada más. Cruza el control sentado al lado nuestro, aparentemente tranquilo, y la mujer con el coche, por otro lado. Unos kilómetros más adelante pide parada y se baja junto a un pequeño bar de carretera. Es obvio que una mujer sola al volante es menos sospechosa, pero ¿cuál era el motivo de esta estratagema?¿estaba fichado?¿tráfico de drogas?¿o era un guerrillero colombiano?

Nos estamos acercando a la frontera Colombiana. Nos han contado que esta zona es algo peligrosa. A veces, la guerrilla cruza la frontera huyendo de las escaramuzas con el ejército. Aquí se han producido algunos secuestros de occidentales. Nosotrxs jugamos a imaginar que haríamos si somos secuestradxs por las FARC. Les diríamos que somos de familias humildes; les diríamos que nosotrxs también somos revolucionarixs; que si quieren hacer presión política pues que nos tengan unos días secuestradxs, pero que nos den de comer, ji ji, ja ja…pero seguro que si te encuentras en esta situación no te atreves ni a abrir la boca. Fuera de bromas, para que os quedéis tranquilxs, secuestran a lxs turistas ricachones que saltan a la vista, nosotrxs vamos tranquilxs con Rosaline y Verónica.

Ellas trabajan con el vicariato de la iglesia católica en el desarrollo de las comunidades indígenas, nos han recibido de maravilla. El plan es atractivo, pasar con ellas estos días, acompañándolas en su trabajo, hasta el domingo. Mañana por la mañanita nos adentramos en la selva, vamos en una de las comunidades, pues está convocada una reunión sobre los derechos de los pueblos indígenas, especialmente para debatir la propuesta de reforma de ley que los regula.

*San Fernando de Apure: otra de las monstruosas ciudades de Venezuela, fea, sucia, calurosa… lo único que vale la pena de ver es el río que la atraviesa, inmenso, infinito, impresionante.

lunes, 1 de octubre de 2007

Mérida Preciosa

San Rafael de Tabay, Mérida, 30 de setembre de 2007.

El CEA, Centro de Estudios Ácratas, es un espacio libertario, mejor dicho el espacio libertario de Mérida. En él se realizan actividades abiertas: charlas, pases de video, conciertos o talleres, y se está constituyendo una biblioteca libre especializada en anarquismo. Se trata de un pequeño local ubicado dentro del Centro para el Desarrollo Comunitario La Liria. Este centro es compartido por otros proyectos dispares, tales como la Radio Ecos, una Asociación Ecologista, un centro de atención médica de Barrio Adentro*, la Misión Robinson** – que comparte el local con el CEA-, y a su vez dispone de una cancha de fútbol y un pequeño rocódromo donde niñxs del barrio pasan la tarde, también hay una pequeña capilla donde se reúnen viejitxs para celebrar la eucaristía.





Este espacio quería ser utilizado por el gobierno como un puesto militar, sin embargo la comunidad oponiéndose a este propósito, rompieron los candados y ocuparon el lugar para un trabajo social más necesitado que la presencia militar. La Liria se encuentra en el límite fronterizo entre dos barrios, Pueblo Nuevo y Simón Bolívar, dos barrios en conflicto entre sí y con ellos mismos. Las bandas de jóvenes de ambos barrios quieren dominar su zona, y las disputas se resuelven a cuchillo cuando no a pistola. Los jóvenes ansían poder. Poder dentro de la jerarquía de la banda, por eso han de demostrar un valor que se mide en número de víctimas. Y poder económico que les haga salir de la miseria que les rodea, por eso se dedican al atraco a mano armada o al tráfico de drogas. Malandros llaman aquí a este estereotipo de delincuente sin escrúpulos, capaz de pegarte un tiro por unos zapatos. No se andan con ostias, o te roban, o te matan y te roban. Aún así, con esta carta de presentación, lxs compañerxs nos aseguran que prefieren al malandro antes que al policía. El policía te jode la vida, te amenaza, te persigue, te extorsiona; el malandro, a malas, te jode, pero de una sola vez.




De estas realidades nos habla Carlos, con quien entablamos una especial amistad. Carlos fue quién nos recogió el primer día en la Terminal y quién nos ha hecho de anfitrión en las distintas Méridas.
Mérida, turistas y estudiantes, es la primera vez que vemos guiris desde que llegamos. No hay muchos ahora pero claro, el teleférico más largo del mundo, que es la principal atracción, está estropeado. La ciudad, mucho más tranquila que Caracas, está llena de tiendas de recuerdos, pubs, centros de viajes y posadas.
Mérida Preciosa: Calles que se convierten en ríos a cada chaparrón; bares clandestinos que se abren a las 9; en las calles buzones de denuncias y venta de textos legales; militares, policías y guachimanes; y entre tanto charlas nocturnas sobre las políticas de Chávez.
Los Andes, sus ríos, sus cascadas, sus aguas termales, sus caminos de cabras, sus bosques húmedos tropicales. Un lugar donde el tiempo se te pasa contemplando el horizonte. Los glaciares a más de 4000 metros cada año tienen menos nieve. Sin embargo, los pueblos más altos del Estado conservan el sabor característico de una cultura milenaria. Hemos caminado por montañas empinadas, bajo el trepidante ritmo de Fabián, en las que se siembran patatas y ajos en el más mínimo resquicio de terreno cultivable; las vacas y los caballos pastan a sus anchas y las casas aisladas de los pastores mantienen una forma de vida ancestral. La otra cara de los Andes es el pueblo adinerado de Mucuchíes, el parque temático de La Andana -donde se representa la vida de los años 1930’ - y los grandes jeeps.





El hardcore de Disentir hace retumbar las montañas en San Rafael de Tabay; el compás imparable de Fabián a la batería, la guitarra de Abilio y el bajo de Juan acompañan los gritos libertarios de Fernando. Les esperamos pronto en un toque en Barcelona, serán tan bien acogidos como lo hemos sido nosotrxs.
Foto hardcore
La estancia se alarga en Mérida, pues de un día para otro, se prepara una charla en el CEA sobre la lucha anticarcelaria en el Estado español. En la que participamos junto con nuestro queridísimo compañero zaragozano Marshall, quien nos llena de alegría y simpatía durante estos días, y con quien también compartimos la charla en Caracas. Él nos habla sobre la iniciativa ciudadana contra la macrocárcel de Zuera, nosotrxs explicamos experiencias de los grupos de apoyo a presxs de Catalunya y la campaña contra las condenas de larga duración; pero las ganas de saber de lxs compañerxs nos hacen pasar de un tema a otro, y nos preguntan sobre la okupación, sobre la realidad de los latinoamericanos en Europa, el racismo, los grupos de nazis…



Domingo tarde, Aló Presidente. Fondo de Sabana, camisas rojas. Habla Chávez. Del socialismo moral, social, económico y militar. De la revolución de la salud, de la educación, de la agricultura y de la moneda. “Rumbo al Socialismo Bolivariano”, dice el Presidente. Hoy los temas principales son: el nuevo Sistema de Salud –se han inaugurado nuevos centros médicos especializados en barrios dónde no llegaba ni tan siquiera el centro médico ordinario-; la nueva moneda, el Bolívar Fuerte a cambio del Bolívar Debilitado -nos recuerda el cambio de la peseta por el euro, veremos que pasa con el redondeo-; el proceso constituyente en Ecuador; el nuevo sistema de producción masiva de maíz – ¿el aumento espectacular de la productividad tendrá algo a ver con el uso de transgénicos?-, “somos y seremos de maiz”, dice el Presidente. El paternalismo de Estado se encarna en el adoctrinamiento televisivo del Presidente-Estrella Chávez. Lamentablemente, sus gestos nos recuerdan a los de un militar y su parafernalia a la de los vendedores de enciclopedias a domicilio.

* Barrio Adentro es un programa del Gobierno de Chávez para acercar a los barrios la atención médica pública. Este programa consta de varias fases, 1 atención primaria básica, 2 hospitales generales y 3 (recién inaugurada) centros especialistas. A través de este programa se han incorporado gran número de médicxs cubanxs, a la sanidad pública venezolana.
** La Misión Robinson es otra de las iniciativas del gobierno chavista, con la que se pretende alfabetizar a sectores de la población adulta que no tuvieron la posibilidad de aprender.

jueves, 27 de septiembre de 2007

BISCUCUY TE QUIERO

Biscucuy, 26 de septiembre de 2007.





Amanece un nuevo día, lejos ya de la vorágine de Caracas. A través de la ventanilla del autobús más cochambroso que hemos visto nunca, se vislumbra un paisaje hermoso. Haces de luz que atraviesan las nubes, aún dormidas entre los brazos de las valles; desconocido mundo vegetal que asoma por las faldas de las montañas y en nosotrxs unas ganas enormes de pasear por esa naturaleza.

Al llegar a Guanare, donde hicimos el cambio de autobús, que por cierto es una ciudad industrial, gris y sucia, seguimos para Biscucuy. La música a tope y un continuo trasegar de gente. Hoy es el primer día de clases, lxs pequeñxs repeinadxs, los lapiceros a estrenar, y en la cara los nervios de la vuelta al cole. A las puertas de las casas hay gente sentada en una silla, o en el suelo, mirándonos al pasar, dan la sensación de estar haciendo nada; hoy haremos lo mismo. Nada. Esperar.

Que tranquilidad te proporciona estar todo el día tirado a la bartola. Allá, esto es impensable, la vida moderna de mierda no nos deja parar ni un segundo: metro-trabajo-comida-trabajo-bus-reunión-compra-casa-recoge-cama. Cierto es que somos nosotrxs mismxs quien elegimos muchas de las cosas que hacemos pero el ritmo… el ritmo nos viene impuesto , esa aceleración exponencial en el ritmo de vida nos lleva directxs al colapso social.

Ahorita mismo asoma la luna llena por las montañas, ¿la luna está llena a la vez en todo el mundo? Nunca comprendimos el funcionamiento del satélite.

Esta tarde, después de la lluvia, cuando ha vuelto a salir el sol -es como un nuevo amanecer- hemos subido a esa montaña, con la agradable compañía de Ahiry. Hemos disfrutado por el camino descubriendo flores nunca vistas, de todos los colores, recogiendo frutos y evitando insectos. Desde el tejado de “La Casona”, en la parte alta, tenemos una vista privilegiada del valle del Saguaz (mejor que la de la foto). Es curioso, Biscucuy visto desde lo alto parece una guitarra eléctrica; nos la perdimos de noche…

Biscucuy Te Quiero, dice el eslogan institucional. Aquí todas las casas son de planta baja (a excepción de alguna que sube un piso), de miles de colores, como las flores, los árboles y el cielo. En Biscucuy no hay violencia, la gente está “siempre a la orden” y su amabilidad y hospitalidad es de envidiar. Dando un paseo por la noche nos perdimos entre las callejuelas del pueblo, lógico, no había letreros, ni señales, ni siquiera farolas, las luces de los coches alumbraban de pasada el camino. Al final preguntamos, una joven que regresaba de la escuela se prestó a guiarnos, cuando se cruzaba con la gente les decía que nos acompañaba porque nos habíamos perdido, lo que provocaba las risas en viejxs y niñxs. Nos acompañó hasta un pasarela, cruzamos el río, y de nuevo en la urbanización Simón Bolívar (como no).

L@ Libertari@ Te Quiero, decimos nosotrxs, porque éste es un proyecto que aunque se muda al Estado de Lara, en la montaña, su recuerdo quedará vivo en Bicucuy, en este pueblecito sito en los pies de Los Andes. Mirad la web (www.acultura.org) y deteneros en la galería de arte de Mauro Mejíaz --Esteban es el hijo de éste reconocido pintor venezolano— y deteneros también en las explicaciones sobre la lucha de los indígenas Wayuú contra la explotación del carbón –Ahiry es hija de esta Comunidad--. Entonces entenderéis porqué L@ Libertari@ es escuela, es solidaridad, es pensar, es actuar, es despertar, es lucha.




No hay turistas en la Terminal de autobuses

Terminal La Bandera, Caracas. 24 de septiembre de 2007




Caos, caos y más caos en la Terminal de autobuses La Bandera de Caracas. Llegamos a las 6 de la tarde y todos los autobuses ya están completos, “no hay boletos para Biscucuy”. Decidimos coger una ruta alternativa vía Guanare (ver plano) y eso hace que tengamos que pasar toda la tarde en la Terminal, hasta las 11.30 de la noche. Ya se ha hecho de noche, ya ha llovido todo el que tenia llover. Los ambiente de la calle es otro. No podemos ir demasiado lejos. Nos atrevemos a cruzar la carretera, cuatro carriles, que se convierten en seis, sin semáforos y con coches parados en doble fila en cada uno de los carriles. Al otro lado de la Terminal hay un pequeño parque de atracciones. No hay nada más en los alrededores de esta estación. La entrada del parque está escoltada por dos guardias, armados, que se nos echan encima al vernos con las mochilas. Se tranquilizan al darse cuenta que somos turistas y nos dejan entrar sin más problemas. La idea es pasar el tiempo. Nos espera un largo viaje, una larga noche.

En la calle 4, de la urbanización Simón Bolívar, de Biscucuy, nos espera Esteban y Ahiri, que son quienes se encargan de llevar la biblioteca L@ Libertari@ y con quien compartiremos unos días, que prometen ser intensos.

Aquí en la Terminal no hay turistas, hay muchxs venezolanxs, gente trabajadora, del pueblo. Todxs esperamos durante horas y horas, mucha gente ha llegado como nosotrxs, cuando todavía era de día. Esperamos pacientemente. De vez en cuando pasa un vendedor “pasatiempos, pasatiempos!!”. Hay una señora, con un megáfono que grita a la gente para que haga cola, mientras tanto, nosotrxs, hacemos que pase el tiempo, “pasatiempos, pasatiempos!!”.

Entre el andar atropellado de la gente del pueblo, destacan los pasos rectos y limpios de los militares: marines, soldados de infantería, de aviación…todos con sus galones y sus botas de cuero, miran a todo el mundo por encima del hombro, parece que estén en un mundo aparte. ¡Qué asco que dan sus aires de superioridad!. Nos encontramos también con los policías de Chávez, luciendo sus placas que dicen « El Libertador ». En este país todo se llama « Simón Bolívar, El Libertador »: las calles, las plazas, las urbanizaciones, y los diarios, el dinero, las estaciones y, también, los policías.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Cara-caos


Caracas, o Caracaos como le llama aquí la gente, es una enorme ciudad donde se aglutinan 12 millones de venezolanxs (casi la mitad del país). Está situada en el valle del río Guaire, separada del mar por la inmensa cordillera de Ávila, cuyas laderas verdes se pueden avistar desde cualquier punto de la ciudad. Es extraño estar al lado de un edificio de 44 plantas y ver al fondo de la calle la gran pared verde de la montaña, tan cerca.

Lo del caos lo vimos el primer día viniendo del aeropuerto, el autobús entró de lleno en la urbe haciéndose paso entre motocicletas, coches y peatones, a golpe de claxon y sin hacer demasiado caso a los escasos semáforos. El aire cargado por los turbios gases que emanan de los tubos de escape y por la humedad circundante crea una atmósfera enrarecida. La cantidad de carros que se manejan aquí es impresionante, y sólo entendible cuando te dicen que el litro de gasolina va a 50 bolívares, 0,01 € al cambio, o sea 1 céntimo de euro. Con este precio no sorprende para nada el parque automovilístico¸y tampoco sorprende que, al bajarse Any a comprar algo demos dos veces la vuelta a la manzana en lugar de permanecer estacionados esperando. (aunque quizás esta táctica evite un poco la congestión, buh).

Caracas es caos, es sucia, es miseria, es violenta. Pero Caracas no hay una sola, Caracas hay muchas: hay la Caracas chavista, la Caracas turista (El Hatillo), la Caracas ejecutiva, la Caracas Pedralbes (la Lagunita), la Caracas de la oposición, aunque también existe la Caracas anarquista y la Caracas que no hemos conocido. Si Caracas es aparentemente poco desarrollada, nos avisan que el resto de Venezuela nos parecerá mucho menos desarrollada.

Violencia y seguridad. La seguridad por encima de todo. No hay casa que no esté enrejada, con cables eléctricos, alambradas… Ni la ONG, Organización Nelson Garrido, una escuela de fotografía y contracultura, se salva. En cada habitación hay una puerta metálica, cerrada con dos llaves. Ahora mismo, estamos escribiendo desde casa de Rodolfo, un onceavo piso, y también tiene rejas en las ventanas (por si viene el hombre araña). Los coches tampoco se salvan, todos tienen su alarma, su pata de cabra y su trancapalanca.

Desde la ONG, cuando se hace de noche, escuchamos disparos en la calle. Cuando se hace de noche escuchamos otra vida en la calle.
Ésta mañana nos cruzamos con una vecina que explicaba a otra que esta noche pasada la atracaron delante de su casa, cuando salía del coche.
El viernes noche, hubo gente que no vino en la charla anti-carcelaria por miedo. Se estaban baleando en la calle.


Cuando nos hablan de la realidad en las cárceles venezolanas se nos pone los pelos de punta, es escandalosa y escalofriante, pero si una persona o organización se atreve a criticar es de la CIA, del imperio o de la oposición. No cabe la crítica a la revolución. El chavismo es todo un fenómeno.

No todo el rap es competitivo. El viernes nos ofrecieron un concierto de rap (Gustavo Cablo Sandovaléxico) y de trova (David Domínguez) y sus autores no buscaban que las mujeres se les acercaran o fumar mucha marihuana, no, sus letras criticaban toda esta cultura competitiva y machista y toda esta realidad tan sucia y tan violenta. Gustavo nos deleitó con un tema, un canto contra la segunda guerra mundial, que nos hizo estremecer.

La realidad de Venezuela va ligada a la de su petróleo. Aunque no lo parezca es un país básicamente importador, sus productos nacionales son el petróleo y la cerveza. Esta mañana nos llamaban la atención las típicas huchas-cerdito. – pero ¡¿son de plástico?!.- ¡Claro chamo!, ¡es más barato hacerlas de puro petróleo que de barro!-
Al ser el petróleo el motor de la economía, sectores como la agricultura o la industria de consumo no se han desarrollado, teniendo que comprar fuera productos básicos (es paradójico como las caraotas –frijoles negros- plato típico venezolano, se han de importar). Teóricamente este recurso está nacionalizado, pero en realidad una empresa mixta (capital internacional privado 40% y capital estatal 60%) PDVSA Petróleo De Venezuela SA, la que explota la mayoría de los pozos, y los beneficios no son, precisamente para la nación, el pueblo. Algunas multinacionales como Texaco, Epson o Repsol se acaban de repartir el pastel con el consentimiento de un gobierno chavista, teóricamente también antiimperialista.

Esto es Venezuela, Chávez y Petróleo, Petróleo y Chávez.